Mónica Beatriz Ramos. Supervisora de Maestranza.
Mónica tiene 61 años, recién cumplidos y desde hace 17 años forma parte del plantel de Servicoop. “Entrar a Servicoop me cambió la vida, recuerdo que fue un 26 de diciembre del año 2006. Una época muy difícil de mi vida, era mamá soltera, con dos hijos chicos y trabajaba como empleada doméstica. No tenía obra social y un futuro incierto. Hoy mis hijos crecieron, tienen su vida, son profesionales y hombres de bien. Ellos son mi orgullo”.
Mi primer puesto y el que ocupé por 10 años fue en el sector de maestranza. Era otra ciudad y otra Cooperativa. Había menos edificios y menos oficinas, era otro el volumen de trabajo. Nuestra responsabilidad es que todas las dependencias, tanto de los edificios de Estivariz como Fontana; la reserva en Trelew; Cemad y talleres estén en óptimas condiciones para que se desarrollen las tareas y obviamente higienizados. Tenemos que estar atentas a los sectores en los que hay personal de guardia, en esos lugares hay gente trabajando los 365 días del año, no paran nunca y por ende nosotros debemos mantener las condiciones de habitabilidad e higiene 24/7.
“Hace 7 años que asumí el puesto de Supervisora, la verdad que para mí fue un desafío. Todo cambia cuando uno es el responsable y debe coordinar el trabajo, pero la verdad es que siempre tuve desafíos y obstáculos en la vida y esta no iba a ser la excepción. Hablando de desafíos, por cuestiones de la vida nunca pude terminar el secundario y hoy también tengo esa oportunidad, el año pasado me inscribí y sólo me faltan unas materias”.
Tenemos un excelente grupo de trabajo, conviven personas jóvenes y otras no tanto. Lo que nos caracteriza es el trabajo en equipo. Yo confió plenamente en ellas. Hay muchas chicas que comenzaron en maestranza, luego estudiaron y fueron progresando. Cuando se presentan oportunidades, cómo concursos internos, muchas de ellas se inscriben y van creciendo dentro de la organización.
En la pandemia el trabajo fue distinto, rápidamente nos tuvimos que reorganizar. Quiero destacar que siempre estuvieron al píe del cañón. Obviamente que contábamos con todas las protecciones y cuidados, pero también es cierto que muchas veces tuvimos el temor al contagio. Al trabajar en una empresa de servicios básicos, la actividad fue declarada cómo esencial, por lo que hubo que seguir trabajando. Con todo lo que dejó la pandemia, hoy a la distancia, haber podido cumplir con la tarea y aportar nuestro granito de arena, fue una enorme satisfacción.
Ingreso temprano, a las 6.30hs. Durante la mañana vemos las tareas que tenemos asignadas, las de siempre más alguna nueva, luego recorro las distintas oficinas. Todas las mañanas empiezo por el edificio de Estivariz y termino en el de Fontana. Actualmente el equipo está integrado sólo por mujeres. Pero la idea es en un futuro armar equipos mixtos. Ese es uno de mis deseos, antes de jubilarme.
“En Servicoop rehíce mi vida sentimental junto a Sandro, mi compañero desde hace 17 años. Estoy agradecida por esta relación, hoy con él compartimos nuestros hijos y un nieto. Trabajar en la Cooperativa me cambió la vida. No tengo más que palabras de agradecimiento”.